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Se acabó

Tema en 'Deportes en General' iniciado por Guilherculano, 30 Ago 2004.

  1. Guilherculano

    Guilherculano Usuario de Preferente

    Llegan cuando el calor y las vacaciones nos tienen en un estado de calma, de tranquilidad, de pasividad… en esos días en que se disfruta viendo pasar el tiempo en las olas del mar que van y vienen. Apenas sabemos que van a llegar y de repente estamos metidos en ellos.

    Durante dos semanas nos sumergimos en los Juegos Olímpicos, entran en nuestros periódicos, en nuestras televisiones, en nuestras tertulias.

    La televisión vuelve a ser interesante, puedes desayunar viendo judo o almorzar viendo natación, puedes dormir la siesta mientras ves algún partido de hockey o de waterpolo. Ves a la gente que pasa del deporte emocionarse con un partido de balonmano a media tarde, escuchas conversaciones criticando a los jueces de la natación sincronizada y sientes el país paralizado ante un partido de baloncesto en plena hora de comer.

    Envuelto en el ocio y el calor llegas a pensar en que en ese momento, en ese justo momento, personas de todo el mundo, por diferentes que sean, han parado diez segundos a ver quién es el hombre más veloz del mundo.

    Y por unos días ves deportistas humanos haciendo cosas sobrehumanas, en lugar de ver a las estrellas de siempre haciendo tonterías. Admiras a un polaco que sigue marchando sus 50 km camino del oro, te emocionas con un marroquí, te sientes partícipe de los éxitos futbolísticos de Irak, te reconcilias con los estadounidenses viendo a Phelps y disfrutas sintiéndote argentino al derrotar al ‘dream team’ que ya no es…

    Y sientes el orgullo de ser español con gentes sencillas, nacidas del pueblo, arrastrando sacrificios que sólo brillan fugazmente cada cuatro años, sacrificios que en muchos casos se esfuman en un mal día y quedan para siempre en el olvido. Te apasionas con el deporte femenino. Y concedes gloria suprema a los deportes de equipo que caen en cuartos con un honor que para sí quisieran los colosos del fútbol.

    Durante dos semanas crees de verdad que el deporte sirve para unir, que es la demostración de la capacidad de sacrificio y las habilidades del Ser Humano.

    Y como el soplo de la niña que apagó la llama olímpica, de repente, se esfuman. Desaparecen. A la mañana siguiente, como si fuera un 25 de junio alicantino, ya no queda nada, sólo cenizas. Cuando te quieres dar cuenta la portada del periódico se ha vuelto a vestir de futbolistas, de polémicas, de odios, de rivalidades… Piensas en los cuatro años que quedan, en los cuatro que pasaron. Sientes el paso del tiempo. La vida medida en olimpiadas es muy breve. Y decides que es mejor dedicar la mañana a ir a la playa, leer un libro y olvidar por unos días que ha empezado la liga, que el invierno es muy largo.
     

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